Es intrincada labor analizar cual sería la decisión final de Thomas Eric Duncan si cuando arribó el 20 de Septiembre a la ciudad de Dallas.Texas, proveniente de Morovia la capital de Liberia, con intenciones de casarse con la mujer a la cual consideraba el amor de su vida y madre de su hijo Karsiah Duncan ,el hubiera sabido que esa primera visita en busca del amor terminaría colocándole en la aciaga estadística de primer fallecido en territorio estadounidense a causa del virus del ébola .
Duncan en el aeropuerto al llegar a Estados Unidos. |
Cuentan los relacionados a Thomas Eric Duncan, que aún en estado de gravedad, su mayor preocupación y congoja en el hospital, no era su propia supervivencia, sino la posibilidad de haber podido infectar a su prometida, por cuyo amor respondió negativamente en el formulario de visado haber estado en contacto con personas afectadas de ébola en Liberia,pese a que días antes del viaje ayudó a transportar hacia un hospital a una vecina infectada que posteriormente murió.
Poco duró el alborozo de Duncan en Estados Unidos,pues el repentino diagnóstico y agravamiento en su estado de salud, tampoco le permitió ver por última vez a Karsiah el hijo de 19 años a quien no veía hacía 16 años.El estertor final de Thomas Eric Duncan probablemente le sorprendió en medio de los espasmos delirantes que la alta temperatura corporal le producía ,visualizándose danzante y felíz al lado de los seres amados a cuyo regazo acudió, desconociendo que el ébola planeó hacer de esa anhelada cita de amor, también un encuentro fatal, ineludible, frente a frente con la muerte.
Poco duró el alborozo de Duncan en Estados Unidos,pues el repentino diagnóstico y agravamiento en su estado de salud, tampoco le permitió ver por última vez a Karsiah el hijo de 19 años a quien no veía hacía 16 años.El estertor final de Thomas Eric Duncan probablemente le sorprendió en medio de los espasmos delirantes que la alta temperatura corporal le producía ,visualizándose danzante y felíz al lado de los seres amados a cuyo regazo acudió, desconociendo que el ébola planeó hacer de esa anhelada cita de amor, también un encuentro fatal, ineludible, frente a frente con la muerte.
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