Al margen de la distorsión ocurrida con el paso del tiempo al contenido de la importante celebración religiosa de la Semana Mayor, cada año la culminación de los eventos recordatorios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús es también una sumatoria de hechos lastimosos que acontecen en nuestros paises.
La movilización gigantesca de personal y recursos con miras a evitar los accidentes automovilísticos, las intoxicaciones alcohólicas por la desenfrenada ingesta de licor ,los ahogamientos en piscinas,rios y playas,las riñas y confrontaciones violentas entre ciudadanos en ocasiones bajo los efectos de drogas alucinógenas,el aprovechamientos delincuencial para cebarse en la propiedad pública y privada ,son partes de ejemplos lamentables de las consecuencias de un tiempo que originalmente sirvió de reflexión y celebración cristiana.
Los operativos de emergencia, las declaraciones altisonantes de las autoridades aludiendo a la drasticidad en las aplicaciones de leyes y reglamentos para evitar comportamientos desaprensivos de algunos insensatos ,las repeticiones a pie juntillas de informaciones,consejos, advertencias, llamados y reclamos de años previos no parecen tener impacto en las estadísticas de víctimas . El desbordamiento en las conductas,el lanzamiento impetuoso en los brazos del desenfreno , las bebidas alcohólicas,las drogas y las comidas ,supera por mucho a las actividades propiamente cristianas, con la triste estela de muertos y heridos.
Si de algo puede valer,nos gustaría que a quienesquiera lleguen estas notas,consideren por un momento cuanto puedan hacer para evitar que ellos o los suyos sean partes de la estadísticas fatales del asueto de semana santa, denominada en algunos paises "semana de turismo", o en otros "semana de los lamentos" nombre éste último, coincidente con el resultado final que debido a los excesos irrefenables, penosamente les vendrá como anillo al dedo, a algunos ciudadanos.
Cautela pues.
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