El tiroteo protagonizado el miercoles 2 de abril por el soldado Iván López en Fort Hood, la mayor base militar estadounidense y del mundo, arrojando como resultado 3 personas muertas y 16 heridas, colocan en el centro de atención general los continuos requerimientos públicos solicitando aumentar la calidad y cantidad de apoyo ofrecido a los militares activos y veteranos norteamericanos de las guerras de Afganistán,Irak,así como los efectivos destinados a operaciones militares encubiertas y de baja intensidad en otras partes del globo.
De los 2.6 millones de militares activos y de las reservas que tuvieron menor o mayor grado de experiencia de combate en estos últimos 13 años, 936,283 casos muestran claros e inequívocos signos de poseer algún tipo de inestabilidad mental, representando apenas una muestra limitada de la magnitud del problema, máxime cuando estudios conservadores señalan que el estrés postraumático entre los militares aumentó un alarmante 656% en un decenio.
Esas cifras nos ofrecen respuestas a las mediciones publicadas en días recientes, mostrando la opinión creciente en los militares estadounidenses, declarando sentir que sus sacrificios personales al defender intereses de Estados Unidos en las diferentes guerras no eran suficientemente valoradas,considerando entonces que sus aportes habían sido en vano .
Esas ideas expresan carencia de confianza en el andamiaje de apoyo una vez esos soldados ,regresan del frente de batalla y ver sus expectativas,profesionales,familiares e individuales desvanecerse.En la debilidad del entramado de sostén económicos, social ,psicológico debemos buscar los motivos de las altas tasas de suicidios,episodios violentos,divorcios,alcoholismo y drogadicción entre los uniformados estadounidenses.El mismo Iván López, un soldado con hoja de servicio ejemplar,había sucumbido a la depresión y a la ansiedad por lo cual estaba recibiendo tratamiento médico.
El fuerte Hood,en donde hacen vida cotidiana cerca de 50 mil soldados y civiles, seguirá siendo centro de acontencimientos por la dificultades reales para detectar todos los casos de militares con situaciones psicológicas críticas y aunque el pentágono gaste mil millones de dólares cada año intentando prevenir y tratar los casos de desórdenes postraumáticos, es probable que las causas no sean exclusivamente médicas sino la dificultad que para los soldados significa entender las justificaciones del gobierno norteamericano para iniciar o mantener guerras en otros paises mientras el pueblo estadounidense rechaza esas intervenciones o las dificultades de reinserción una vez retornan del frente o pasan a la vida civil.
Al realizar acciones temerarias y mortales, esos soldados estadoundenses están clamando por ayuda y atención,están negándose a ser reelegados al olvido social como material desechable por parte del gobierno a cuyos intereses sirvieron con entereza y lealtad, pues a pesar del duro y disciplinado entrenamiento siguen siendo seres humanos de carne y hueso que sienten y padecen el desdén inmerecido.
Enlace relacionado: Mis Quijotadas.La retirada de Irak y las bajas colaterales.
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